lunes, 3 de agosto de 2015

La imaginación

Estábamos en una cama, la verdad no sabíamos qué hacer aunque si sentíamos de todo. Opté por tomarle la mano y sonreírle. Le di un beso suave y rápido. Luego Él me besa de la misma manera pero más apasionante, más loco, más divertido. Le toco el cabello y sonrío como nunca lo había hecho en mi vida. Me gustaba tenerlo cerca, tocarlo, acariciarlo, abrazarlo, besarlo, morderlo y otras cosas. 

Él me toca, me acaricia, me abraza, me besa y me muerde. Y qué divino se sentía, estar con Él era cielo y tierra al mismo tiempo. Realidad y fantasía. Era mi hogar. 

Perdí la cuenta de las veces que le besé la sonrisa, esa que me vuelve loca. Perdí la cuenta de las veces que mordí sus labios con todas mis ganas. Perdí la cuenta de las veces que me sentí en el cielo. Perdí la cuenta de las veces que lo miré a los ojos y sentía un terremoto dentro de mí. 


Abrí los ojos con el pulso acelerado, el pecho me retumbaba, sentía que se me saldría el corazón. Y después de todo me di cuenta de que era un juego sucio de mi imaginación, de mi mente desesperada por su compañía. Él no estaba aquí. Estaba el vacío a mi lado en la cama, sonriéndome y recordándome todo lo que me dolía su ausencia.

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