Por ser el único en no haberse ido sin antes dejar rastro de una razón. Lo aprecio y lo detesto. Lo aprecio porque en cierta parte, la herida ha dolido sólo un poco menos que cualquier otra por el simple hecho de no haber desaparecido. Lo detesto porque lo quiero y no puedo tenerlo. Pero digamos que no es detestarlo al punto de odiarlo, es como detestar el hecho de quererlo.
Él se queda allá, quizá para siempre. No lo sé. Pero el cariño sigue siendo el mismo, a pesar de todo, y le doy gracias por al menos demostrarme que hay personas buenas. Que no todas son tan malas como creí.
Soy egoísta, porque quiero que me haga feliz.
Soy comprensiva, porque él también tiene que ser feliz.
Soy egoísta, porque detesto el hecho de no ser yo quien lo haga.
Soy comprensiva, porque...
Lo quiero.
No sé si lo vuelva a ver (espero que sí). Y quizá ese día, lo vuelva a escoger a él.
Lo soñé.
Y no sé cuánto tiempo lo seguiré haciendo.
Hasta pronto
PD: Que seas feliz. Te quiero. Y si, te perdono.