domingo, 5 de abril de 2015

Ojalá.

Ya perdí la cuenta de los días que han pasado y quizá eso ha sido un gran avance para mí, pero sólo ha sido en eso, perder la cuenta. Porque aún existían esos días en los que aguantaba las ganas de llorar y sonreía, cuando por un pequeño instante me acordaba de él, y lo más triste de todo, es que lo que estoy sintiendo lo causé yo, creyendo que pasarían cosas que sabía que jamás iban a pasar. 

Me torturo a mi misma, escuchando una y otra vez el arte que hacen sus manos, es inevitable porque siempre me había gustado. Pero qué horrible, que algo tan bonito me haga querer desaparecer por un instante. Qué horrible, que algo tan bonito me haga sentir al mismo tiempo dos emociones totalmente opuestas. 

Después de una ilusión siempre queda ese pensamiento amargo que por mucho que se intente, no se puede evitar. Ojalá pudiéramos borrar un sentimiento tan fácil como borramos ese pequeño error que cometemos al escribir una frase. Ojalá pudiéramos olvidar tan rápido, así como olvidamos el rostro de las personas desconocidas que vemos al pasar por las calles. Ojalá pasarán muchas cosas, entre todas esas, está él y quizá, nunca pase. 



Estoy aquí, pensándolo. Mientras él, quizá ni me recuerde. 

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