sábado, 11 de enero de 2014

Cuando me miras

Cuando me miras me estremezco, y es que es como un pequeño terremoto que ocurre en mi corazón, late rápido y se pone nervioso. Luego viene la tormenta, cuando recuerdo que te alejaste hace mucho y estoy lejos de volver a tenerte.

Llueve, llueve en lo más profundo de mi alma, procuro que el río no se desborde y mis lágrimas salgan. No quiero que me veas débil, pues siempre quise ser fuerte para ti. Luego, trago el nudo que se ha formado en mi garganta, que cada vez aprieta y aprieta más hasta quebrarme la voz.

Y me sonríes, ¿no te das cuenta de todo lo que pasa dentro de mí?

Empieza a florecer una esperanza. La esperanza de que me digas, “vamos a intentarlo una vez más”, luego me abraces y yo disfrutar de tu aroma que siempre me llenaba y me hacía sonreír, hablo de aquellos abrazos que terminaban con un beso en la frente, eran mis favoritos. Pero, yo sé que sólo es eso, una esperanza… Y es ahí cuando todo se apaga dentro de mí y mis lágrimas amenazan con salir.

Entonces me saludas y me preguntas cómo estoy, mi sonrisa forzada no me delata. Y con una última punzada en el pecho, te respondo: “Bien”.

Es así.

Todos los días.


Desde que te fuiste.

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